A 37.000 PIES (MUFON 1997, memorias) VICENTE-JUAN BALLESTER OLMOS* El vuelo 903 de la TWA Madrid-Nueva York del 10 de julio había sido sobrevendido, así que me invitaron ocupar primera clase, ya sabes, una copa de champagne apenas te sientas y un menú trufado de langosta y otros mariscos, filet mignon, etcétera. Me pareció una premonitoria buena forma de iniciar un viaje de nueve días a Estados Unidos. Era mi tercer periplo norteamericano, anteriormente viajé a este grandioso país en 1987 y 1993, en todos los casos solicitado por el Mufon para dictar una conferencia en su ya famoso congreso anual. Este año, el simposio coincidía con el 50 aniversario del comienzo de la moderna ufología y se revestía de caracteres conmemorativos, con la presencia de pesos pesados del panorama OVNI norteamericano y complementado con tres ponentes extranjeros, venidos de África (CYNTHIA HIND), Australia (WARREN ASTON) y Europa (su seguro servidor). Después del trayecto inicial Valencia-Madrid, aquel Boeing 767 fue el primero de una serie de vuelos que me dejarían, sucesivamente, en Nueva York y Saint Louis (Missouri) hasta llegar a Grand Rapids (Michigan), mi parada definitiva, justo veinticuatro horas después de salir de mi ciudad natal. Unas cuantas horas de sueño y adiós al jet lag. El Amway Grand Plaza es un soberbio hotel en un edificio acristalado de cerca de 50 plantas, con un toque clásico en su decoración interior. Un elegante cuatro estrellas. El viernes 11 comenzaba el programa para los conferenciantes, con la obligada rueda de prensa. Ese mismo día se instalaron ya los puestos de venta de libros y de objetos alienígenas (¿o debería decir alienantes?). Saludo obligado a mi buen amigo BOB GIRARD, de Arcturus, que se presenta quejoso: «La gente ya no lee libros como antes, ahora se pasa el día delante de la pantalla del ordenador». La atracción de Internet arruina a las librerías. Pequeña escapada por los alrededores del hotel, genuina downtown, e impresiones anecdóticas: banderas norteamericanas en todas partes -patriotismo enraizado y sin complejos-, una ciudad de 200.000 almas en la que la gente -how you doin´- te saluda por la calle. Es increíble lo comunicativa y gremial que es esta sociedad, sin olvidar como se trenzan conversaciones entre perfectos desconocidos en los bares (¡ah, esa Budweieser!). Recepción -cena- a las seis de la tarde y oportunidad de reencontrar a viejos conocidos, como el doctor RON WESTRUM, sociólogo de la Ann Arbor University, saludos a ANTONIO HUNEEUS (siempre ocurre lo mismo, nunca hallamos tiempo para sentarnos y hablar sosegadamente), muy breves a STAN FRIEDMAN, y oportunidad de iniciar conversaciones, que se repetirían en los días siguientes, con JAN ALDRICH (de Project 1947) o EDWARD STEWART, autor de índices enciclopédicos de la colección de Flying Saucer Review y de The Mufon Ufo Journal (véase mi reseña «Índices mayestáticos», remitida para publicar a Cuadernos de Ufología). Esa noche, el doctor BRUCE MACCABEE, al piano, amenizaba la velada, al tiempo que estrenaba su composición musical -sí, como lo oyes- New Age Rising, basada en el avistamiento de KENNETH ARNOLD. He ahí un físico especialista en láser, que trabaja para la Armada de los Estados Unidos, que se dedica a los ovnis y no precisamente desde el punto de vista escéptico (véase su último libro, escrito al alimón con ED WALTERS, de Gulf Breeze), hace música, y no le importa estar tras su tenderete de libros y revistas. Curioso país éste que produce personas sin nuestras pedantes inhibiciones. Por cierto, en otra ocasión hablamos, precisamente de la facilidad de Walters de ver y fotografiar a placer y tan cerca tantos platillos volantes. Objeción de puro sentido común. Su respuesta me dejó helado: «Hay muchos otros testigos de observaciones OVNI en Gulf Breeze, además de Ed Walters»×. A mí me parece que ésa no es la cuestión de fondo. Entono un mea culpa: no me tragué algunas de las disertaciones. Supongo que otros ponentes tampoco estarían en la mía, ni lo sé ni me importa. La verdad es que llegar a un congreso y tener ya el libro de actas publicado te da excusas para no tener que presenciar todas las ponencias en directo, a menos que el tema te interese mucho. Los libros, las exhibiciones (había montada una de arte producido por abducidos) y, sobre todo, el contacto con otros estudiosos eran invitaciones a desertar. El congreso, propiamente dicho, fue el sábado 12 de julio, con sesiones de mañana (9 a 11.15 horas), tarde (13 a 17.30 horas) y noche (19,30 a 22.30 horas) y el domingo 13 en sesiones de mañana y tarde. Piénsese que aquí (allí) se come desde las once y se cena a partir las cinco de la tarde. El simposio empezó con el plato fuerte: la presentación de las señoras (nombres ficticios) BETH COLLINGS y ANNA JAMERSON, autoras del reciente libro Connections: solving our abduction mystery (Conexiones: resolviendo el misterio de nuestra abducción). Bueno, su abducción es, primeramente, una abducción compartida, vamos que ambas coinciden en las naves, y, además, fueron partícipes de lo que llamaría una abducción perenne o de por vida, ya que sus recuerdos de ser atrapadas por extraterrestres proceden de la niñez (no sólo eso, parece que hay incluso precedentes familiares). Es como las aventuras de Ed Walters, pero en secuestro alienígena. ¡Qué suerte tienen algunas! Este dúo está formado por Beth (51 años, divorciada, entrenadora de caballos, agente de seguros, artista para la policía, escritora sobre caballos, entre otras facetas) y Anna (48 años, soltera, nacida en el seno de un familia militar, diplomada en psicología, empleada por el servicio forestal, propietaria de un establo para el cuidado caballar). Ambas mujeres pasaron por las manos -e influencia- de BUDD HOPKINS en 1992, en sendas sesiones de hipnosis, aunque ellas bien se cuidan de afirmar que «no hubo oportunidad para que pudiéramos influirnos la una a la otra». Evidentemente, tenemos aquí una pareja de mujeres en cuya relación, iniciada en 1987, han encontrado una plenitud que quizá no tenían antes. Se las ve seguras de sí mismas, al tiempo que cuentan las más aberrantes, abracadabrantes y truculentas historias. Con desparpajo ante el público, y sin leer, narraron terribles experiencias propias de «un club al que no optamos entrar libremente... el de los abducidos por extraterrestres»". Lo curioso es que, después de docenas de episodios de secuestro, de pruebas médicas, de violación, en fin, de haberlo visto y vivido todo en repetidos aterradores trances de raptos extraterrestres, su exposición es casi lírica. Aún así, todavía manifiestan que «no sabemos con seguridad qué nos ha pasado» (sic), al tiempo que afirman que «nuestras vidas han sido orquestadas y no por nosotras». Piden al público que las ayude y describen su libro «que parece una novela de misterio» como un «manual de supervivencia para todos...», lo que me parece conlleva un mensaje subliminal: «Si a Vd. le han abducido (y extrapolaciones interesadas hablan de millones de personas potencialmente raptadas por los ETs sólo en los Estados Unidos), nuestro libro es el bálsamo que necesita». Pero probablemente es que soy un malpensado. Algunos de los extraterrestres con los que se encontraron son típicos grises, con la fisonomía facial con que la portada del libro Communion, de WHITLEY STRIEBER, galvanizó no hace muchos años a los que ojeaban los libros de bolsillo en aeropuertos, estaciones y muchas librerías del mundo. Caras y aspecto, por cierto, distintas enteramente de los ocupantes y humanoides que veníamos estudiando los ufólogos en los últimos treinta años. O todo lo anterior era falso, o lo es lo posterior. Lo que no se le puede dejar de reconocer a Strieber es una gran creatividad para la ficción. Aquí en España también tenemos nuestra caterva de aprendices de Strieber, en versión enana. Ellas hablan de recuerdos implantados, memorias que sienten como muy claras, pero que cuando los cuentan a la familia, comprueban que no son ciertos. Y a mí que me parece que, de todo lo que declaran estas féminas, no sólo son inciertos esos falsos recuerdos. ¿Dije ya que ambas esconden sus nombres verdaderos tras el anonimato? Lo cual no les priva de participar en cuanto programa de televisión se pone a tiro, eso sí. Las reiteradas y compartidas abducciones de estas dos damas reflejan la entera imaginería de todas las abducciones de las que hemos sabido hasta ahora. Seres con orejas en forma de caracol, ET-reptiles, criaturas de color verde, hembras con tonalidad rosa, guardaespaldas cachas de lo más humano, en fin un circo de freaks. Otra de mis notas, tomadas en la oscuridad de la sala y al calor de la pantalla de proyección de diapositivas, se refiere a las innumerables menciones de hijos, padres, madres, familia... pero la figura del hombre-marido no aparece para nada. Es como un matriarcado, como míticas amazonas que odiasen el papel del macho en sus vidas. Sin pecar de pretencioso, es un apunte sobre algo impreciso que me llamó la atención y que reflejo a efectos notariales, por si le sirve a alguien. «Hasta tres veces por semana» han llegado a ser abducidas y cuando una sagaz pregunta inquiere sobre cómo actúan las otras personas con las que están cuando les sobreviene una abducción, dicen las abducidas que sí, que a veces les pasa incluso en presencia de otros, pero entonces «o éstos se duermen o sienten la necesidad de irse antes» (y se pierden el espectáculo, añadiría yo). Dicen haber aprendido a «vivir con el drama, a actuar como gente normal e incluso hacer chistes sobre esto» (¿chistes sobre haber sido penetrada por un animal de otra galaxia?) y nos regalan frases del tipo: «Quizás uno de ustedes esté un paso más cerca y resuelva el misterio»... ¡ostras!, ¿pero no han sido ellas las que han subido forzadamente a una astronave interplanetaria? ¿Qué no ven que el público en su mayoría no ha hecho otra cosa que pagar unos dólares por el show ! En el turno de preguntas/respuestas llega la del millón, ¿cómo es que de tantos viajes nunca se han bajado con algún artefacto, con alguna prueba material? Por desgracia, parece que no es tan fácil -claro-, ya que las inspeccionan, lo que lo hace imposible. Cacheadores cósmicos, suerte de guardias civiles de fronteras galácticos o aduaneros extraterrenos, decididos a que el mundo nunca sepa la terrible verdad, que los marcianos están abduciendo a millones de personas. (Supongo que, cuando nos hayan abducido a todos, ya no habrá que mantener el secreto. Así que sólo es cuestión de tiempo). El sino del ufólogo es carecer de evidencia física de ese fenómeno que -por ello- tiene todas las trazas de ser un síndrome psicológico por catalogar. En cuanto a su última experiencia -otra pregunta-, pues tan sólo hace tres semanas desde que estuvieron a abordo de un navío espacial. Refieren toda una vida de abducciones y encuentros con seres del Más Allá (juro que no me refiero a ENRIQUE VICENTE ni a JAVIER SIERRA), un record que parece insuperable. Parece que algo debieron intuir sobre una posible evacuación (que me perdí, supongo, porque carezco de intuición femenina), porque a una pregunta al respecto, contestaron (y eso sí lo registré exactamente): «No me fuerce a creer a esos tipos, no». En cuanto a la comunicación con sus captores-anfitriones, dicen que es «de una sola dirección», que no existe conversación porque están aterradas. «Preguntamos, pero ellos no responden, o responden algo sin relación con lo que se les pregunta, respuestas absurdas, o no les entendemos o al revés». Anna dice haber reconocido en Capitol Hill (el capitolio, en Washington, D.C.) a uno de los seres que ayudaban a los extraterrestres-de-cabeza-de-pera-y-ojos-rasgados, a los que apodan los guardias de seguridad. En esta ocasión, iba vestido con traje de chaqueta y portaba maletín. (Por favor, lector, sé serio y contén la risa.) Con la mayor naturalidad del mundo, como si preguntara acerca de algo banal, el congresista de turno quiere saber cuántos otros miembros de sus familias consideran que también han sido abducidos. Beth responde que su hijo y su abuelo. Anna sospecha que su madre (no lo sabe seguro porque ya falleció) y su hermana, también en grado de sospecha, por ciertos síntomas que ha advertido en ella. En el más difícil todavía, preveo un próximo libro en el que una familia numerosa de Arkansas narra haber sido abducida semanalmente por extraterrestres durante tres generaciones. A pesar de haber sido inyectados, violados rectalmente, expuestos a imágenes terroríficas, llevados y traídos, lo único que realmente les supo mal es que los alienígenas se llevaran el banyo del abuelo Papa Joe. Seguidamente, WALTER ANDRUS, director internacional del MUFON, presentó el video difundido por la Fuerza Aérea de Estados Unidos el 24 de junio de 1997 apoyando su nuevo informe sobre el caso del ovni estrellado (que nunca existió) más famoso de la historia: Roswell report: case closed, del capitán J. MCANDREW, que ya fue coautor con el coronel R.L. WEAVER del informe anterior, Roswell report: fact vs fiction in the New Mexico desert (USAF, 1995). Me temo que la comunidad ufológico-creyente nunca querrá entender este trabajo. Básicamente, la Fuerza Aérea de Estados Unidos, ha demostrado por activa y por pasiva que el incidente de Roswell se debió a la recuperación de los restos de un enorme tren de globos sonda, planchas para su seguimiento por radar y equipo para detectar posibles detonaciones nucleares soviéticas, que se perdió al poco de su lanzamiento, no muy lejos del rancho de MACBRAZEL. Sin embargo, los investigadores de la USAF comprobaron que eran numerosos los testimonios fidedignos que se referían, con bastante coincidencia, a historias de recuperación en zonas del desierto de Nuevo Méjico de objetos discoidales o de figuras antropomorfas, así como a ciertas actividades médicas en algún hospital militar de la zona. Asumiendo que eran ciertas, y con la seguridad de que el Gobierno de EE UU no guarda el platillo de Independence day, los militares del aire se empeñaron en buscar antecedentes de actividades militares responsables de aportar los elementos reales con los que se pudo fabricar ese folklore. Y hallaron, en efecto, amplia y bien documentada evidencia de actividades militares, unas secretas y otras no, que manejaron diferentes tipos de vehículos aeronáuticos o barquillas de globos con la conspicua forma de platillo volante, maniquíes -dummies- lanzados desde el aire para pruebas de impacto (todo lo anterior promovió inmediatas acciones de recuperación por militares, con habituales jeeps). O bien personal militar hospitalizado con graves traumatismos caracterizados por una severa deformación facial del accidentado. Lo cierto es que tales actividades ocurrieron en los años 50 y 60, pero la gente, en su recuerdo y en su deseo de conformar las insistentes informaciones de los medios de comunicación, las asimilaron en torno a julio de 1947, fecha oficial en que, según la leyenda popular, un ovni cayó y fue capturado en Roswell. Una leyenda, pues, tejida sobre bases verdaderas, pero sin relación ninguna con platillos extraterrestres estrellados. JOHN CARPENTER habló de «Encuentros: ahora y entonces». Con un vídeo de introducción de una abducida australiana, quien, como Beth, también soltó unas lágrimas durante su exposición. Pero, ¡qué diablos!, son muy buenas comunicadoras estas abducidas: no importa que sus secuestradores tengan aspecto de mantis religiosa, como consumadas presentadoras miran fijamente a la cámara y relatan su historia con voz y ademanes apropiados. La verdad es que dan envidia. Todas afirman que sentían pudor y temor por contar lo que les había pasado, mas delante de una cámara o un podio se sienten en su elemento. Y es curioso ver a una sencilla ama de casa hablando de efectos electromagnéticos o criticando a los investigadores escépticos. Natural como la vida misma. Carpenter pasó revista a varias abducidas australianas (no es una bis machista mía, por Dios, siento que sean todo mujeres las personas con las que se experimentó en esta conferencia). A una los extraterrestres le mostraron fotografías de cómo estamos contaminando el planeta: «Eso no puede continuar así», le recriminaron. Claro, a resultas de eso, le sobrevino con decisión el impulso de servicio: «Es importante para mí levantarme y compartir esto con la gente», dijo. En resumidas cuentas, todas se ven con una misión que cumplir; es como los contactados de los cincuenta, que pretendían ser mensajeros de la filosofía pacifista en nombre de seres de otros mundos (normal, en plena guerra fría). Carpenter vuelve atrás en el tiempo y hace una mescolanza de grabados de duendes y hadas, de la leyenda de los 4.000 militares desaparecidos en Gallipoli (Turquía) en 1915, del monstruo eléctrico de julio de 1893, del grabado de Nurenberg de 1561, del cometa de 1462, de la pintura de San Antonio del Desierto (251-356) con un disco volante y un demonio, de aquel otro cuadro de la Virgen con un objeto en el aire emitiendo rayos, del fresco flamenco de 1710 del bautismo de Cristo, de la rueda de Ezequiel, del carro de Enoch, de los grabados hindúes con las vimanas, de las pinturas rupestres australianas... ¡Uf! Como no podía ser de otra manera, cerró su exposición afirmando que «algo está impactando en este planeta desde hace siglos». DAN WRIGHT es el project manager de la ingente tarea acometida por el MUFON de transcribir cientos de cintas de sesiones hipnóticas protagonizadas por abducidos (Abduction Transcription Project). En total, 254 casos tiene en su banco de datos, 162 con mujeres, 75 con hombres y 15 conjuntos. Tratando de sintetizar, halla cinco temas constantes, lo que da título a su conferencia:
«La hipnosis regresiva -concluye Wright, que después de todo el esfuerzo hecho no lo iba a tirar por la borda-, la piedra angular del Proyecto, sólo ofrece evidencia -no prueba- de las abducciones extraterrestres y de su interés por la sexualidad humana». En algo acierta de pleno: el controvertido empleo de la hipnosis resulta un procedimiento fundamental para la creación de estos dramas. Le siguió un doctor en periodismo, FRANCISCO LEWELS, de El Paso (Tejas) con «La hipótesis Dios». Su autor la resume diciendo que «la premisa de mi teoría es que muchas de las leyendas de ángeles, dioses y demonios se originaron en el fenómeno ovni». No me sorprende, después de escucharle interpretar, como si fueran los periódicos del día, los escritos de los libros de Enoch o el Antiguo Testamento. Su charla finalizó así: «Me pregunto si los ovnis y las abducciones no son un fenómeno nuevo y si hemos sido creados por los extraterrestres (sic), que nos vigilan atendiendo nuestra evolución física y espiritual», y remataba la faena pensando en voz alta que «podemos estar a punto de unir ciencia y religión en una nueva forma de espiritualidad» Wow!, añado. Stanton Friedman siempre levanta expectación. Es como el fustigador del Gobierno más poderoso del mundo, que no tiene nada mejor que hacer ocultar y esconder la Verdad de los ojos del pobre ciudadano de a pie. Pero no la verdad en minúsculas, como ese informe de la CIA recién publicado que indica que, por justificables razones de seguridad nacional, durante décadas se han dado explicaciones peregrinas a observaciones ovni... que no eran otra cosa que aviones espía norteamericanos; no, sino una supuesta ocultación del conocimiento de que los ovnis sí son extraterrestres. Allá cada cuál con sus creencias, por otra parte previsibles en una sociedad cada vez más paranoica y enganchada a las conspiraciones. Stan da un repaso a los que él llama ufólogos a la defensiva, y al grito de hay que machacar, no deja títere en pie. Tuvo para todos, para la USAF, la CIA, PHIL KLASS, incluso KEVIN RANDLE -ufólogo que cree en Roswell a pies juntillas, pero que no traga con alguno de los testigos que apadrina Friedman y mantiene son unos embaucadores-, o KAL K. KORFF, cuyo reciente libro sobre la materia publicado por Prometheus -The Roswell ufo crash- convirtió en inexacto y en un ataque depravado. Titulada «La historia de Roswell en 1997», como buen conferenciante profesional que es, dijo lo que le vino en gana, no lo que se esperaba (para ello, habría que ir al texto de las actas publicadas). Fue divertido, unas gotas de humor y hasta sarcasmo crítico hacia lo que uno va concluyendo tras treinta años de ufología siempre relajan. El segundo informe de la USAF sobre Roswell, obviamente «selección interesada de datos y propaganda». Me quedo con una perla-creencia: «Sin duda, las agencias gubernamentales están encubriendo el tema de los ovnis». Probablemente, hubo o hay cierto encubrimiento, pero en un sentido muy diferente: se usa para tapar lanzamientos de misiles, pruebas de armamento, vuelos de aviones invisibles, prototipos astronáuticos, ingenios propulsados por alta tecnología, etcétera, no para ocultar que estamos siendo visitados por naves extraterrestres. Cynthia Hind, cuya enorme humanidad va paralela a su bondad natural -grato desayuno compartido tras el simposio, quejosa porque el cambio de su moneda con el dólar haría de éste su último viaje al nuevo continente-, nos deleitó con una charla sobre peculiares observaciones ovni recogidas en Zimbabwe (Africa), y que muestran similitudes con las acaecidas en otros continentes, pero con testigos cuyos idiomas nativos son el swahili, sesotho o zulú. Trabajo pendiente para el experto en sociología transcultural. El doctor DAVID JACOBS, probablemente la personalidad mejor acogida de todos los conferenciantes -tiene charme este profesor de Historia, una especie de GARFUNKEL en mayor-, habló de «Los ovnis a los cincuenta: observaciones personales». Desde su perspectiva, el tema de las abducciones es crucial y «estamos a punto de resolver el misterio de los ovnis de una vez por todas», lo que me deja más que frío. Creo que sufre de un cierto provincianismo cultural, diría yo. «Lo que tratamos -dice Jacobs- es finalmente un fenómeno extraterrestre ('alien'), la evidencia es muy fuerte de que hemos sido invadidos (sic) por extraterrestres y que los raptados están sujetos a sus habilidades». Y, me pregunto: ¿entra violentar sexualmente a hombres y mujeres dentro del comportamiento políticamente correcto de una civilización altamente desarrollada? Los múltiples trabajos que podemos leer en Skeptical Inquirer, Cuadernos de Ufología, La Alternativa Racional y los ensayos de los pensadores de la escuela psicosocial francesa -ejemplificada en nuestro LUIS R. GONZÁLEZ-, como mínimo, te impiden, en un informado y honrado ejercicio intelectual, afirmar cosas de ese estilo. «El fenómeno ovni y los cultos suicidas. Un estudio ideológico». Budd Hopkins es oportuno -¿oportunista?- en la materia y su tesis gira sobre el contraste que existe, a su parecer, entre la ufología y cultos sectarios como el de la Puerta del Cielo, del fallecido líder homosexual y carismático MARSHALL APPLEWHITE, cuya obsesión fue acudir, a través de la muerte, al encuentro de los extraterrestres ocultos tras el cometa Hale-Boop. «A diferencia de sus seguidores -opina Hopkins- los investigadores con orientación científica admiten desconocer las respuestas a las preguntas básicas sobre el fenómeno ovni... ¿quiénes son los ocupantes, de donde vienen o cuales son sus planes?» Hopkins sigue estableciendo diferencias entre ese culto y el seguimiento de los ovnis: «Los cultos son creencias sin milagros, el fenómeno ovni son todo milagros sin creencias». Yo pongo en duda esa afirmación. Luego ataca el tema que encuentra común entre sectores influyentes de la ufología y ciertos cultos suicidas: «La vida en la Tierra es tan imperfecta que sólo ocupantes ovni como dioses pueden salvarnos de nosotros mismos. El planeta está muriendo, no se puede confiar en los gobiernos, las religiones no se pueden creer y la mayoría de la humanidad está en bancarrota moral». Yo creía que eso era, justamente, lo que Dan Wright había deducido en una anterior disertación, después de analizar 250 abducciones. El máximo guru de las abducciones y el contenido de los relatos que la publicidad de éstos genera no se ponen de acuerdo. Hopkins sigue diciendo -supongo que para eliminar el problema dimanado de lo anterior- que los seres que secuestran practican el engaño sistemático a sus humanos cautivos. Finalmente, Hopkins dice poder demostrar la efectividad terapéutica de la hipnosis a los abducidos. Y cuenta que la aplicó, con éxito, a una joven raptada por extraterrestres a la que trató y que había tenido una vida infeliz de éste cariz: su madre murió cuando era niña, sufrió las manos de una nada amorosa madrastra y de adolescente fue sexualmente abusada por un hermanastro mucho mayor que ella. Por si fuera poco, los episodios de sus abducciones también fueron traumáticos. Pero nos cuenta que su técnica le fue útil a la pobre chica. Lo quiero creer, por lo que atañe a la moderna Cenicienta. Un artista metido a psicohipnoterapeuta. Así sale luego lo que sale. Warren Aston, australiano, dedicó monográficamente su parlamento a un caso de aterrizaje y contacto a la luz del día con extraterrestres que es inédito, ocurrido en mayo de 1940 en Montana. El testigo, UDO WARTENA, un minero de 37 años de origen holandés. Dejo al lector el disfrute de la historieta del ¿primer contactado de la historia?, que entró en una nave cuyos ocupantes dominaban nada menos que 500 idiomas. «1947: el comienzo de la era ovni», fue el tema desarrollado por Jan Aldrich. Durante dos años, y ayudado por muchos colaboradores, Aldrich ha acumulado una ingente cantidad de información de prensa absolutamente desconocida para los estudiosos sobre casuística de aquel histórico año, después de revisar cerca de la mitad de los diarios que se editaban entonces en Estados Unidos. Su exposición difirió de su ponencia publicada, que dedicó a exponernos casos no americanos anteriores a 1947, para sostener la tesis de que el fenómeno ovni no es típicamente yanqui («Arnold no fue el primero, los ovnis no son un asunto americano»). En reunión personal, le pregunté si esos casos se conocieron antes -serían entonces valiosos- o después de ese año. Tuvo que admitir que la información de los casos extranjeros datados antes de 1947 fue conocida años después, a excepción, naturalmente, de los ghost rockets suecos de 1946, de un origen probablemente distinto. Aldrich recalcó que «todos los aspectos del fenómeno OVNI, incluyendo los efectos EM o los aterrizajes, están presentes ya en 1947, sin embargo, no así en los informes oficiales de la Fuerza Aérea» y agregó que ha reunido 3.000 informes para 1947, de los que sólo se denunció a la USAF el 20%. Charlando, Aldrich me comentó que ha encontrado 50 avistamientos militares de los que el proyecto Libro Azul -de la Fuerza Aérea, no se olvide- no tenía constancia. Pero, por ejemplo, eran breves anotaciones en libros de bitácora de buques de la Armada, con lo que no es ninguna rareza. Volviendo a este proyecto de compilación periodística para 1947, lo creo altamente recomendable. No en balde este tipo de actuación fue una sugerencia propugnada por JACQUES VALLÉE hace muchísimos años. Yo mismo, muy a principios de los años 70, coordiné a nivel nacional la Operación Antiquités, cuyo objetivo era la búsqueda -siempre recompensada- de casos ovni en los diarios de los años 50. ¿Para cuándo en España una segunda fase de aquella operación? La sesión de la tarde del 13 de julio la abría mi conferencia: «Monitoring Air Force intelligence: Spain´s 1992-1997 ufo declassification process», que podríamos traducir libremente por «Vigilando la inteligencia de la Fuerza Aérea: el proceso de desclasificación ovni en España, 1992 a 1997». Es un amplio ensayo de 40 páginas, ilustrado con 8 fotografías y 21 figuras, entre facsímiles de documentos oficiales y gráficos estadísticos. Es bien sabido que jugué un papel clave en el inicio de la desclasificación de los archivos ovni del Ejército del Aire español, que dio comienzo en 1992. La originalidad de ese proceso consistió en que también ha sido velado por mí, gracias a un acuerdo informal de colaboración establecido con el Mando Operativo Aéreo, lo que me ha permitido durante todos estos años estar en una situación mediante la que he logrado hacer un doble servicio a la comunidad ufológica nacional:
Contrariamente a lo que pudiera ser una iniciativa personalista, mi función -realizada con la prudencia y discreción adecuadas- fue asegurarme de que todos los documentos, sin excepción, se facilitaban al público, ejerciendo una especie de control interno por y para todos los investigadores del país. Hoy en día, todos los estudiosos podemos disfrutar del mismo nivel de información, sin privilegios y sin que nadie tenga que comprar libros para tener acceso a los documentos oficiales, como un escritor hizo en 1977 y pretendió volver a hacer lo mismo veinte años después. Por mi intervención, también se logró, por ejemplo, que saliera a la luz el conjunto de normativa histórica militar sobre ovnis redactada entre 1968 y 1985. La siguiente conferencia del simposio del MUFON en Grand Rapids (Michigan), corrió a cargo del periodista chileno naturalizado norteamericano Antonio Huneeus, quien habló de Ufología en el Oriente lejano: China, Japón y Corea», con un interesante, aunque algo superficial, vistazo a fenomenología extraña de aquellos países remotos, tanto antigua como moderna. Aportó profusión de material en soporte vídeo que fue muy del agrado del respetable. Algún caso me pareció especialmente susceptible para profundizar, pero había que abarcar mucho y la hora no daba para más. Huneeus es responsable internacional del Mufon y en varios simposios ha ido revisando casuística ovni de varios continentes, en un esfuerzo divulgador que resulta loable. Antonio dijo que «los orientales son crédulos, pero no porque sean estúpidos sino debido a su marco cultural: el concepto de honor, no conciben que alguien les mienta o exagere sobre casos». Es un pensamiento a retener, después de verificar. El simposio lo cerró la charla de Bruce Maccabee: «24 de junio de 1947: Cómo empezó todo, la historia del avistamiento de Arnold». Bruce es agudo y su formación científica hace presumir rigor físico-matemático a su argumentación. Su análisis del caso de Kenneth Arnold tiene, por ello, un valor especial. Naturalmente, así como su conferencia demolió las sucesivas explicaciones que para el suceso dieron los doctores DONALD MENZEL y ALLEN HYNEK, su propio estudio requiere también una evaluación actual, desde el lado escéptico (apelo a MANUEL BORRAZ para este cometido). Un panel formado por todos los ponentes respondiendo preguntas del público y la invitación al simposio de 1998 en Denver (Colorado) clausuró la presente edición. El ambiente congresual tiene siempre tres niveles:
El intercambio de información e ideas. En este aspecto, cuento las conversaciones que mantuve, además de con otros ya citados antes, con el doctor MARK RODEGHIER, del J.A. Hynek Center for Ufo Studies, o el doctor MIKE SWORDS, director del Journal of Ufo Studies, con el francés DOMINIQUE WEINSTEN, autor de dos monografías sobre casos de pilotos que han tenido avistamientos de ovnis -como siempre, ¡información sin depurar!-, con ufólogos canadienses manifiestamente francófonos con buenos lazos con Europa, con BRUNO MOLON, americano-musulmán que está catalogando casos de humanoides (sin acceso a información directa en lengua vernácula, la tarea nace muerta, a menos que se cuente con colaboradores nacionales -como la red Magonia de Vallée en los 70-, ya que se carece de criterios de verosimilitud de la información), etcétera. De interés para el lector, todas las conferencias han sido publicadas en un libro ilustrado de 300 páginas, editado por Walter Andrus e IRENA SCOTT: 50th anniversary of ufology (Mufon 1997 international ufo symposium proceedings), que vende el Mufon, Inc, 103 Oldtowne Road, Seguin, Texas 78155-4099, EE UU, al precio de 27.75 dólares (correo incluido). Atrás voy dejando esta nación autosuficiente, tierra de contrastes. De lo envidiable a lo ridículo, sin solución de continuidad. El viaje fue parcialmente financiado por el Mufon, por lo que hago público mi agradecimiento a Walter Andrus, Jr., director internacional, viaje que tuvo su segunda parte en Nashville (Tennessee), a donde volé para disfrutar unos días de mi otra pasión, la música country, pero eso ya es otra canción. Este texto acabé de redactarlo volando entre Nueva York y Madrid, viendo amanecer el 18 de julio de 1997... a 37.000 pies.
* Vicente-Juan Ballester Olmos es director de Investigaciones del Centro de Estudios Interplanetarios (CEI) y vicepresidente de la Fundación Anomalia.
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